9 de noviembre de 2018

El Alicanto

     Según nos cuenta una leyenda del norte de Chile, existe una curiosa ave que suele ser símbolo de buena fortuna para quien la ve, un pájaro de dorados colores llamado Alicanto.

     Se cree que habita en los cerros donde se esconden yacimientos de minerales y metales preciosos, tales como el oro y la plata, lo cual explicaría por qué su visión es tan ansiada por los buscadores de fortuna. Se dice que habita en cuevas y grutas y que sólo se le puede ver durante las noches, y por lo visto el Alicanto es capaz de decidir qué personas pueden verlo o cuales no, según a él le interese.

     Pero al mismo tiempo que puede resultar la salvación para un minero o un buscador de tesoros, también puede representar su perdición, ya que al Alicanto no le gustan las personas avariciosas. Si se da cuenta de que una persona sólo ansía el oro o la plata por codicia, en lugar de conducirle hasta un yacimiento procurará llevarle por galerías y caminos hasta que el desgraciado se pierda, y posiblemente nunca vuelva a encontrar el camino. También puede cegar a quien le siga con el brillo de sus alas, haciendo que caiga por un precipicio o quede parcialmente cegado y desorientado en medio de alguna gruta oscura y sin posibilidad de salida.

     El Alicanto es un ave de enorme envergadura, con trazas de brillo metálico en sus alas, un pico curvo y garras fuertes y poderosas. Entre sus cualidades más impresionantes están sus alas que parecen brillar en la oscuridad, y el hecho de que se alimente de oro y plata, y este brillo nocturno será diferente si el Alicanto ha comido plata u oro. Mientras este hermoso pájaro tenga el estómago lleno no podrá volar, debido al peso de los metales, pero posee la cualidad de no dejar huellas por lo que seguir su rastro sería tarea imposible.

1 de agosto de 2008

El ratoncito, el pajarito y la salchicha


     Cuentan que hace mucho, mucho tiempo, vivían en la misma casita una salchicha, un ratón y un pajarito. No se sabe a ciencia cierta cómo llegaron a tal situación, pero el caso es que los tres vivían felices compartiendo la morada y las tareas domésticas: el pajarito recogía leña para el hogar, la salchicha preparaba la comida y el ratón se encargaba de traer agua y poner la mesa.

     Todo transcurría de forma placentera en la casita compartida hasta que el pajarito se encontró con otro de su especie y le habló de lo feliz que se encontraba. Pero el otro pájaro le tachó de tonto: - Lo que no entiendo es que puedas estar contento cuando eres el que hace la parte más dura del trabajo - Dijo con gran desprecio. - Después de todo, - añadió el pájaro - el ratón sólo debe acercarse al pozo y colocar después la vajilla sobre el mantel, y la salchicha ni siquiera tiene que salir de casa, sólo con bañarse en las patatas o las verduras, las deja saladas y sazonadas, pero tú, amigo mío...te llevas la peor parte! Y con este pensamiento llegó el pajarito a su casa después de haber estado recogiendo ramitas. Como todos los días, una suculenta comida esperaba en la mesa puesta. Pero a la mañana siguiente, el pajarillo se negó a ir a recoger la madera: - Distribuiremos las tareas al azar, pues no estoy dispuesto a ser siempre el haga de criado de los demás. 

     El ratón y la salchicha intentaron razonar con él, haciéndole ver que cada uno hacía aquello que resultaba más útil para todos, pero no lograron convencerle. Así pues, echaron a suertes los deberes de cada uno. A la salchicha le tocó ir a buscar leña, el ratón se encargaría de la cocina y el pájaro quedaba obligado a traer agua del pozo. Pero las cosas no salieron como deberían: El pájaro volvió del pozo con el agua, y el ratón encendió el puchero y ambos se sentaron a esperar a la salchicha. Pero al cabo de un largo rato, pensando que quizá le hubiera pasado algo, el pájaro alzó el vuelo en su busca. A un par de aleteos de allí, el pajarito vió a un perro que había capturado y asesinado a la salchicha bajo la acusación de portar documentos comprometedores. Apenado y cabizbajo, el pajarito cargó la leña hasta la casita y una vez allí contó todo lo que había visto y oído a su compañero de piso. Ambos estaban abatidos y tristes, pero acordaron que no había más remedio que seguir adelante con sus vidas. Repartieron de nuevo las tareas y de esta forma, al día siguiente, el pajarito puso la mesa y salió a buscar agua al pozo mientras el ratón preparaba la comida. En el último hervor, el ratón quiso dar sabor a la comida como solía hacer la salchicha, pero al sumergirse en el caldero, se ahogó y no pudo volver a salir. Poco después volvió el pájaro con el cántaro lleno y se sorprendió al no ver a nadie cuidando el puchero. Enfadado porque el ratón hubiera abandonado sus responsabilidades, tiró la leña al suelo sin ningún cuidado y se dispuso a buscar al ratón dando grandes voces. Buscó detrás de la puerta y debajo de la cama. Buscó dentro del armario y detrás de las cortinas a la vez que gritaba. Tanto revolvió y tan alto gritaba que no se dio cuenta de que una de las ramitas había prendido en la hoguera y le estaba chamuscando las plumas. Y sólo cuando veía cómo la vida escapaba de su cuerpo, decidió que nadie condimentaba las comidas como la salchicha con la que había vivido largos años. Y también se dio cuenta de que nadie había traído agua y colocado los platos y los cubiertos sobre el mantel con tanta premura y cuidado como lo había hecho el ratón con el que había compartido su hogar durante aquel tiempo. Pero ahora...las ramitas que se negó a traer quemaban sus plumas.

31 de julio de 2008

La hormiga y el escarabajo


     Pronto empezaría el verano, mientras una hormiga se disponía a trabajar recolectando los granos del campo, parece que la cebada y el trigo serían el alimento que en invierno no debía faltarle. Tanto ella como sus hermanas eran numerosas y debían asegurarse, así que trabajo no faltaba en verano.

     Mientras en esa época de verano, todos los animales o la mayoría por así decirlo, se relajaban olvidándose de todo, las laboriosas hormigas no paraban de trabajar mientras eran observadas por un sorprendido escarabajo. Quien afanosa le preguntaba a la hormiga, porque trabajaba así en una época de tanto calor, pero la hormiga no volteaba a responder al escarabajo, o tal vez dando como respuesta total indiferencia, concentrada en su misión, alentando a sus hermanas, recordando les que ahora era duro el trabajo pero que traería su recompensa para todas, en el frío invierno.


     Pasaron los meses, llegó el invierno y las lluvias torrenciales empezaron a inundar las cosechas y sembradíos en el campo, hubo escasez de alimentos y el escarabajo recordando que la hormiga guardaba mucha cebada y trigo, fue a pedir suplicando por comida. No soportaba más el hambre y no quería morir. Es allí donde la hormiga por fin le responde para darle una lección y dice: “ay de ti escarabajo infeliz, si hubieras trabajado como nosotras, en lugar de andar de holgazán viviendo tan solo el momento, hoy tendrías alimento para ti y tu familia.